La duda por sistema

El 1 de septiembre de 1939, cuando Hitler invadió Polonia se pudo leer en los quioscos españoles ese titular.

Leyendo el artículo de Javier Marías en El País Semanal del 3 de marzo de 2003 en el que citaba la particular interpretación de la prensa franquista del inicio de la 2ª Guerra Mundial, me he acordado de un indignante titular de esta semana en los periódicos domésticos y domesticados.

Los empresarios de la construcción afirman que la tramitación urbanística "se ha paralizado", desde que se han dado a conocer presuntas irregularidades en el sector, lo que "encarecerá el precio de la vivienda".

Vamos, que la Fiscalía es culpable de que los pisos sean más caros por investigar irregularidades. Ya sé que no se trata de un editorial sino de unas declaraciones, pero ¿es que no hay nadie en el periódico que sea capaz de criticar este despropósito? ¿La única crítica admisible en el periódico es la del concierto de turno? Hablan de los costes de financiación vinculados a la paralización de los expedientes. ¡Alguna constructora habrá que no haga resorts paralizados por un fiscal! Menos mal que no han invocado la ley de la oferta y la demanda porque no me imagino a un inglés cambiando un chalet en Lo Poyo por un piso en el Polígono de la Paz y subiendo los precios ante la falta de oferta.

Hacía tiempo que no escribía sobre mi tema favorito pero no hace falta. Ya surgen escándalos casi a diario aunque los tres diarios de pago regionales compiten por ser los más serviciales y serviles con su principal anunciante y además ha aparecido un blog Murciaconfidencial que intenta aportar una "visión diferente" a la de los voceros oficiales.

Lo más preocupante, lo expresa mejor Marías en el mismo artículo: "... La mejor aliada de la desvergüenza es su proliferación, y por tanto nuestro acostumbramiento."

Espero poder ir el próximo sábado a la manifestación de "Murcia no se vende". Para combatir ese acostumbramiento, esa cansera.

Copio el principio del artículo de Rosa Belmonte ayer en La Verdad:

“No recuerdo el cine Avenida del Rollo (un edificio) pero sí el Coliseum (un bingo) y el Iniesta (un supermercado y antes una discoteca). Pronto tendré que decir que recuerdo los cines Floridablanca. No digo que vaya a echar de menos la tremenda sala C, donde la proyección salía de un lado y no del fondo pero éste es uno de esos momentos virgencita, que me quede como estoy. Me asusta la idea de alardear de nostalgia pero el hecho de que el Barrio se quede sin cines me toca mucho las narices. El Barrio, claro, es el Barrio del Carmen. No creo que necesariamente cualquier tiempo pasado sea mejor...”

Para mí, la calidad de vida es un indicador muy subjetivo (que cuando se pretende sintetizar en función de la opinión de todos los españoles, resulta que en las clasificaciones salimos muy mal parados. ¡Bien!). Desde luego, tener un cine en el barrio era un lujo, a la vista de las economías de escala que propician los multicines. Si los márgenes se estrechan en el sector con la irrupción de éstos, se comprende cómo, a pesar de ver muchas veces al personal haciendo cola en la Alameda de Colón, los dueños hayan optado por invertir en los nuevos complejos comerciales especializados en acumular gente los fines de semana a base de oferta de ocio y consumo.

Es calidad de vida tener cerca un bar con buen café molido al instante que ya está cayendo cuando entras porque el camarero te ha visto cruzar la calle. Es calidad de vida poder ir a nadar sin coger el coche. Poder pasear por el último jardín vallado de la ciudad. Para un friki como yo también es calidad de vida disponer de tres o cuatro tiendas de ordenadores decentes a mano sin tener que cruzar el río, y las mejores de electrónica, la mejor ferretería... Solamente echaba de menos tener lejos la Biblioteca Regional, a pesar de tener dos municipales en el Barrio (la segunda la inauguraron el 30 de julio del año pasado y se fueron de vacaciones al día siguiente hasta septiembre ¿?). A esta pega se le suma ahora la del cine.

Aunque llevo algunos años de sequía en lo que a cine de adultos se refiere..., siempre me ha parecido no sólo un excelente pasatiempo, sino al igual que los buenos libros, una “inversión”. Para justificar este último disparate sin que uno lo asocie a las inversiones de ciertos ayuntamientos en esculturas de la Galería Malborough, copiaré (porque el vínculo a la página de la web del escritor no va directo al texto) el primer párrafo del prólogo que Miguel Marías, el hermano de Javier, escribió para una recopilación de artículos sobre películas que éste publicó en septiembre del año pasado.

”Que tres miembros de una familia -el primero es nuestro padre, Julián Marías- hayan escrito sobre cine con cierta asiduidad puede hacer pensar que existe entre nuestros enfoques alguna semejanza o paralelismo, pese a que cada maestrillo tenga su librillo. En este caso, no creo que haya parentesco: el único punto común sería precisamente la ausencia, en los tres, de tal “manual”, y a cambio una compartida confianza en la utilidad de la observación atenta y en el ejercicio -simultáneo y posterior- de una actividad que siempre creí inevitable y constante, al menos despierto, hasta percatarme, con creciente inquietud, de lo poco que en general se practica. Me refiero, simplemente, a pensar.”

PS: Hoy, - qué casualidad, ¿o no? -, se reúnen los tres otra vez en el precioso artículo de Javier Marías en El País.

Más de un mes después, he encontrado algo que me apetecía contar. Es muy antiguo pero...

Hay un web muy conocida y antigua que se llama el Oráculo de Bacon. Fue ideada en 1996 por Brett C. Tjaden en la Universidad de Virginia y originariamente enlazaba a Kevin Bacon con cualquier otro actor o actriz del mundo por medio de actores con los que hubieran compartido rodaje formando una cadena de compañeros de reparto. Los números de Bacon son sorprendentes.

Más me sorprendió un nuevo desarrollo que enlazaba a dos actores cualesquiera. Así, el número de películas que bastan para unir a Juan José Ballesta (el Bola, por buscar uno joven) con Harold Lloyd (por elegir uno de la época del cine mudo) es 3. Alguna vez me he entretenido en buscar dos actores cuyo cardinal fuera mayor (la teoría de conjuntos, las funciones y las aplicaciones; tantos lógicos currándoselo para que cuatro pedagogos del Ministerio de Educación decidan que así no se enseñan las matemáticas a los niños y nos manden a la cola del ranking de resultados escolares por países - pero eso es, y da, para otro post) Sólo he llegado a 4 con actores cuyo nombre conociera y no tuviera que buscar. Podéis hacer la prueba.

Evidentemente para los navegantes avezados de la red, el Oráculo de Tocino no es novedad, pero yo escribo para mis colegas que son mucho menos frikis que yo y que se pueden entretener un rato con el juego.

Por extrapolar el experimento sociológico a otro escenario, me pregunto cuál es el cardinal entre dos murcianos cualesquiera (se entiende que la conexión es un conocido común). Seguro que no pasa de 3.

Para un murciano que estuvo fuera de los 13 a los 23, perdió los contactos del colegio y que regresó a su ciudad, muchas veces he hecho conjeturas sobre si las nuevas amistades (compañeros de trabajo) conocen a las antiguas (compañeros de colegio). Dada la coincidencia de edad, el cardinal oscila entre 1 (se conocen y no lo sé) y 2 (tienen un amigo común). Para mí es un entretenimiento bajar el “ranking”, es decir, jugar a “Tú, seguro que tienes que conocer a ...”.

Leo en un periódico que en Estados Unidos se debate todavía la teoría creacionista como origen del hombre. Este revisionismo absurdo después de un siglo y medio, no debería alarmarnos si no fuera porque existen demasiados precedentes de tendencias que empiezan en ese país y acaban llegando al nuestro. Para mí, no es menos grandioso el hecho de que seamos polvo de estrellas que en su momento mediante esas fusiones de átomos que ahora intentamos reproducir de forma controlada, dieran lugar a los distintos elementos químicos. Admitir que en un proceso de evolución desde esas explosiones devinieron organismos vivos que fueron mutando hasta llegar al estado evolutivo actual ya no es una cuestión de fe. Y lo de poner al hombre en la cima de la creación, a la vista de algunos especímenes que pueblan el planeta, me genera más reservas.

Escribo esto porque el viernes discutía con unas compañeras sobre la nueva Ley de Enseñanza y la asignatura de religión en los colegios. Que la religión puntúe en la media que sirve de acceso a la Universidad es algo que no me cabe en la cabeza. De la misma forma que nadie imagina a un cura confesando a un niño y repasándole las lecciones en el confesionario. “Me recitas tres veces los ríos de España y 7 veces 7, la tabla del 7”.

Y lo chocante es que cuando expongo esto y que los conciertos son acuerdos entre dos partes y si las dos partes no se ponen de acuerdo, no hay concierto (obviedad que sonroja), me dicen que no respeto su libertad de elección... Los patos tirándole a las escopetas. El mundo al revés. La Iglesia dando lecciones de democracia. (No mis compañeras, que son tolerantes y “discutioras” como yo).

No me extenderé salvo que alguien quiera discutir serenamente el asunto, pero terminaré diciendo que por mucho que estemos bautizados más del 90% de los españoles, el último análisis sobre el marcado de la cruz para el sostenimiento de la Iglesia Católica en la Declaración de la Renta ha pasado del 39,1% en el 2000 al 33,4% del 2004. (Y eso que no cuesta un euro marcarlo). Salvo que el colectivo de asesores fiscales sea un nido de anticlericales, el ir a misa produzca amnesia, que los inmigrantes procedentes de países no católicos y que cotizan se hayan disparado y que los gays y lesbianas católicos estén un poco mosqueados con la postura de su Iglesia, no se sostienen las estadísticas que se esgrimen de padres que quieren enseñanza religiosa para sus hijos en los colegios. Y es que las estimaciones, lo comprobamos ayer con el número de manifestantes en Madrid, pueden variar de 407.000 a más de dos millones. Pero un porcentaje de declaraciones de la renta, no es una estadística, es una cifra incontestable.